Un recorrido por la vida de quienes escribieron parte de la historia

domingo, 20 de marzo de 2011

EL MARQUÉS DE SADE:




"LA CAUSA DE MI DESGRACIA NO ES MI MANERA DE PENSAR, SINO LA MANERA DE PENSAR DE LOS OTROS"








Seguramente los lectores deben haber escuchado con cierta frecuencia la palabra "sadismo", incluso, pueden haber leído en la prensa o visto en los noticiarios de televisión que tal sádico fue capturado por la policía. Esa sola palabra es atribuida a cualquier persona que experimente altos niveles de placer proporcionando dolor en otra. Sin embargo, se sorprenderían si les digo que esa palabra deriva del apellido de un filósofo y escritor francés: Donatien-Alphonse-François, Marqués de Sade. Y salvo algunas "travesuras" (comparadas con las depravaciones modernas) realizadas por este particular personaje en su vida personal, la palabra en sí tiene su origen en sus pensamientos y en su obra literaria.





En esta entrevista esperaba encontrarme con un ser diabólico, de aspecto desagradable y mirada desorbitada, inquieto y peligroso, pero no, todo lo contrario, cuando vi que se acercaba a mí El Marqués de Sade, capté a un hombre regordete, no tal alto, de típica piel pálida, al mejor estilo de los franceses, con porte de aristócrata...bueno, sin duda, un marqués. Entonces, se aproximó con entereza, me tendió la mano gentilmente y dibujando una amable sonrisa me dijo:"Bonjour monsieur." Entré de una vez a las preguntas...

- Marqués, ¿Cómo se siente usted sabiendo que una palabra tan aborrecida por la sociedad, proviene de su apellido?

- El Marqués de Sade: Sí, reconozco que soy libertino: he concebido todo lo concebible en ese género, pero qué duda cabe de que no he hecho todo cuanto he imaginado ni nunca lo haré. Soy un libertino, pero no un criminal o un asesino. Lamento, ciertamente, que mi honorable apellido sea utilizado para dar concepto a una depravación enfermiza de algunas personas. Yo en mi obra, en mis escritos, lo único que hice fue describir lo que, seguro estaba, había en la mente de hombres y mujeres. Obvio que al hacerlo en una época de hipócrita moral, tendría mis consecuencias negativas.

- Según Sigmund Freud, padre del psicoanálisis, la personalidad de un individuo, se forma desde los primeros siete años de la infancia, ¿Fue su caso? ¿Qué vivió de niño que influyera en su pensamiento y en su conducta adulta?

- El Marqués de Sade: Le diré que estoy de acuerdo con la afirmación de Freud. Y para andar sin rodeos le comentaré como ejemplo que cuando tenía nueve años y corría por la casa persiguiendo una mariposa que había entrado por la ventana, escuché unos gritos en la habitación de mis padres, eran gritos de mi madre, pero aunque sonaban a dolor, tenían un tono diferente en algunos momentos. Fui al cuarto y abrí la puerta poco a poco y vi como mi padre azotaba a mi madre en busca de placer. De aquello lo que más me extrañó era ver que mi madre ni lloraba. sin duda eso me marcó, y de adulto entendería el porqué. vale decir que yo a mis padres los veía muy poco, pues sus muchas ocupaciones con la realeza los mantenía ocupados siempre, prácticamente fui críado por un tío...

- Un tío, el abad Jacobo Alphonse de Sade, libertino según dicen...

- El Marqués de Sade: Pues sí. pienso que por él me hice vouyerista desde niño, esa curiosidad de ver desde cerca o desde lejos actos íntimos practicados por otros, o situaciones cotidianas que involucraban el desnudo. Mi tío me hizo cómplice de sus acciones indecorosas, aún siendo yo un niño.

- Cuénteme de su entrada al colegio "Luis El Grande"...tenía usted diez u once años...

- El Marqués de Sade: Ah claro!! pues verá dicen algunos escritores de mi biografía que allí tuve mis primeras inclinaciones homosexuales porque había un profesor pervertido que me castigaba, me azotaba y eso le producía placer y confieso que a mí también. Pero es importante señalar que era un niño, y se es más fácil de dominar en tal escenario, yo tenía inocencia a pesar de ser precoz...tenía sólo diez años.

- Se casa con Renée Pélagie Cordier de Launay, hija de un rico magistrado, su suegra se convierte desde entonces en su peor enemiga...

- El Marqués de Sade: Como casi todas las suegras del mundo...

- Pero tendría que ver con sus acciones que no se ganó el aprecio de madame Montreuil...

- El Marqués de Sade: Bueno alguna mala reputación ya tenía. Y hubo cosas que precipitaron su odio contra mí. A los pocos meses de haberme casado fui preso...

- Su primera detención por el delito de actos de perversión sexual en una mujer, blasfemias y profanación de la imagen de Jesucristo...

- El Marqués de Sade: El caso Jeanne Testard, en 1763, una hermosa mujer, por cierto. Y bueno ya veo que hay algo de morbosa curiosidad por saber detalles. Les cuento entonces: abordo a una joven obrera en paro y embarazada de pocos meses, a la que le ofrezco tres luises y la llevo a una casa alquilada, allí le hago "travesuras" sexuales, no sin antes haber realizado todo tipo de fantasías eróticas, me masturbé con un cáliz, y también logré introducir hostias consagradas en su vagina, y ella pudo calentar al rojo vivo unas disciplinas de alambre y fustigarme. El asunto es que ella aceptó a estar conmigo y recibió su paga, pero pienso que las acciones contra sus principios religiosos le generó un sentimiento de culpa y me denunció. No sé de las leyes modernas, pero sí sé que son muchos los curas, los sacerdotes que recientemente han abusado de niños indefensos en muchas partes del mundo. A veces pienso que algunos de mis actos darían risa frente a las perversiones y actos criminales que he visto últimamente en vuestras sociedades.

- ¿Tuvo que ver algo su acción contra imágenes religiosas, su ateísmo?

- El Marqués de Sade: La idea de Dios es el único error por el cual no puedo perdonar a la humanidad. Eso sí, no debí irrespetar esos símbolos.

- Según nos comentó al principio nunca se sintió criminal, pero hizo actos de violencia contra unas cuantas mujeres. Caso Rose Keller. 1768: Ella es hilandera, viuda, desempleada y mendiga. Una vez en la casa, la encierra y la amenaza con matarla y enterrar su cadáver en el jardín si no obedece. Ella se desviste parcialmente, la arroja sobre la cama, la ata, la inmoviliza con un travesaño sobre la nuca y la azota violentamente. Ella grita, usted la hace callar bajo la amenaza de un cuchillo y jura matarla, derrama cera fundida en las heridas, le inflige una docena de cortes y navajazos. Finalmente ella escapa por la ventana valiéndose de sábanas trenzadas...

- El Marqués de Sade: l'histoire horrible. Lo que sucede es que ellas consentían esos actos y no se imaginaban que la mente va creciendo en búsqueda de placer en mí y y va creciendo el miedo en ellas. Pero disculpe usted ¿Esto es una entrevista o un juicio?

- La idea es brindar al lector una semblanza de su vida...Tercer caso. Marsella 1772: Su críado, Latour, ha capturado a cuatro chicas en la calle para una noche de libertinaje, tienen entre dieciocho y veintitrés años. Usted obliga a dos de ellas a tragar píldoras de cantártida, también conocidas como "píldoras Richalieu", mal dosificadas son mortales, correctamente utilizadas las pastillas tienen virtudes carminativas, es decir, producen facilitan las flatulencias...y según cuentan, usted adora el pedo en la boca -para decirlo con palabras de Rabelais-. Las dos víctimas, intoxicadas, pasan dos días entre la vida y la muerte. A las otras, les ofrece dinero -un luis- por mantener con él prácticas sodomitas. Las muchachas se niegan. En aquella época, tales prácticas eran castigadas con la muerte. Usted entonces exige que lo golpeen con alfires curvados, no menos de ochocientos. A su vez sodomiza a su criado al tiempo que lo masturba y lo mismo hace con las mujeres no complacientes...

- El Marqués de Sade: Merde!! ¿Hice todo eso? Soy un demonio. Un enfermo. Yo pienso que exageran algunas cosas. Pero es bueno que se ubique también en el contexto histórico. Conflictos, guerras, hambre, prostitución. Esas jóvenes se ofrecían en la calle, pero dijeron que habían sido secuestradas y "drogadas". Lo demás, es decir lo que aconteció sexualmente debió quedar en secreto, de no haber sido porque dos de las chicas se complicaron en salud, no hubiese pasado nada. Tal vez algunas prácticas de esas las hacen las parejas de hoy, casadas o no, y nadie va preso. Las mujeres siempre aparecen como víctimas. Diríjase más a las pasiones que a las virtudes cuando quiera persuadir a una mujer. Es un consejo.

- Bueno, en todo caso pasó años en la cárcel y huyendo una importante parte de su vida y en compañía de su esposa, que parece siempre estuvo a su lado a pesar de sus escándalos...

- El Marqués de Sade: Confieso que me aproveché de algunas influencias para escapar de la justicia. Y sin duda, mi esposa me acompañó en cada huida, antes de cansarse de mí. En cuanto a mis años en prisión les digo: mi manera de pensar es el fruto de mis reflexiones; está en relación con mi existencia, con mi organización. No tengo el poder de cambiarla; y aunque lo tuviera no lo haría. Esta manera de pensar que censuran, es el único consuelo de mi vida; me aliviaron de todas las penas mientras estuve en la cárcel, constituyó todos mis placeres en el mundo, y me importó más que la vida misma. La causa de mi desgracia no es mi manera de pensar sino la manera de pensar de los otros. He sido verdugo de la naturaleza y víctima de las sociedades. He sido perseguido, he ido preso, me llevaron a manicomios...pero siempre fui libre, quizás el hombre más libre que haya existido. Recuerde, la crueldad lejos de ser un vicio es el primer sentimiento que imprime en nosotros la naturaleza.

- Su obra literaria ¿Qué aportó?

- El Marqués de Sade: No sé si soy el más indicado para decir si hubo aporte o no. Cuando escribía lo hacía para vaciar mi imaginación en el papel, lo hacía para vaciar la imaginación de centenares de personas que pensaban igual y que por sus propias represiones no se atrevían ni a soñar. Fui, eso creo, un escritor maldito, pero luché en ese mundo por mantenerme de pie.Escribí la mayor parte de mis obras en largos períodos de internamiento. En una de las primeras, el Diálogo entre un sacerdote y un moribundo (1782), manifesté mi ateísmo. Posteriores son Los 120 días de Sodoma (1784), Los crímenes del amor (1788), Justine (1791) y Juliette (1798).

- Obra polémica y censurada en ese tiempo pero reinvindicada posteriormente. Calificadas de obscenas en su día, la descripción de distintos tipos de perversión sexual constituye su tema principal, aunque no el único: en cierto sentido, se le puede considerar un moralista que denuncia en sus trabajos la hipocresía de su época. Su figura fue reivindicada en el siglo XX por los surrealistas.

- El Marqués de Sade: No olvide decir que en 1801,a raíz del escándalo suscitado por la publicación de La filosofía del tocador, fui internado de nuevo en el hospital psiquiátrico de Charenton. Liberado y hecho preso de nuevo. Pero en verdad creo que fui arrestado ese año, probablemente por un panfleto titulado Zoloé que Napoleón atribuyó a mi persona. En 1803, vuelvo al hospicio de Charenton, en donde como interno aristócrata tengo algunas libertades y comodidades. Recibo una renta mensual de mis familiares, ejercito mi cuerpo, pues estaba ya muy gordo, bajo de peso y recobro algo de salud.

- Nuevamente usted se centra en el teatro y sigue desarrollando su actividad literaria, quizá por la imposibilidad de llevar a cabo sus lubricidades; aunque aún a los 74 años hay registros de estuvo iniciando a una adolescente en el arte del placer sexual. En 1807 escribe Las Jornadas de Florebelle o La Naturaleza Desvelada, manuscrito destruido por su propio hijo horas después de su muerte. En 1810 muere Madame de Sade y en 1812 escribe la novela erótica Adeláide de Brunswick, basada en un relato histórico del siglo XI. En 1813 aparece la Marquise de Gange y el 2 de diciembre de 1814, a las diez de la noche, muere en el Hospicio de Charenton. Jamás se honró su testamento. Había nacido usted el 2 de junio de 1740...¿quisiera decir algo más a quienes han leído parte de su vida en esta entrevista?

- El Marqués de Sade: Adiós, compadecedme y no dejéis de amarme.

Y así, con 74 años a cuesta, cabizbajo, como pensando en sus años mozos de lujuria y placeres prohibidos, como quien sabiendo lo duro de una vida que tuvo que sortear y que, al mismo tiempo, está seguro de haber trascendido, se fue alejando hasta alcanzar el horizonte. Era y será siempre El Marqués de Sade, o como le gustaba que lo llamaran "El Divino Marqués".





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