Lo dijo Sigmund Freud
"Yo sí creo que hay vida inteligente en otros mundos...
y la prueba de ello es que no han venido a visitarnos"
Si acaso existe algo capaz de mover el mundo, de darle una dinámica y un ritmo específico, es el cerebro humano, más bien la mente. Sí, el cerebro, un órgano que en sí mismo contiene un universo propio. Tan poderoso como misterioso, no sin razón alguien dijo que produce mucho más miedo un viaje al interior de la mente que al Universo galáctico. Entre esos viajes al interior del pensamiento, están los del padre del psicoanálisis: Sigmund Freud.
Curiosamente, tuve la oportunidad de estar conversando con el Doctor Freud, y digo curiosamente porque si algo fue complicado en esta exclusiva entrevista, fue el hecho de tener que hacerle algunas preguntas al un psicólogo, por demás, a uno de la talla y la fama de Freud, alguien que dedicó buena parte de su existencia a conocer al ser humano a través de sus estudios y sus teorías.
El Doctor Freud me atendió muy amablemente en su consultorio, típico ambiente de aquellos años de principios del siglo 20, un olor a madera que expedían todos los muebles de caoba, un escritorio amplísimo, detrás del cual estaba sentado, con serenidad pasmosa, por cierto, Sigmund Freud. Sin duda, como imaginé, Freud dejó filtrar casi al verme, una mirada analítica, una mirada tipo "scanner", intimidatoria tal vez, pero comprensible. Me atendió con una sonrisa, al tiempo que me daba la bienvenida en español. Freud hablaba 6 idiomas. Inicié mi conversación con tan prestigiosa personalidad así:
- Era un 6 de mayo de 1856, Freiberg, República Checa, cuando usted, proveniente de una familia judía, abría los ojos para encontrarse con un mundo que, posteriormente, trataría de entender...
- Freud: (Risas) No logré entenderlo nunca, pero acercarme a interpretarlo fue la esencia de mi vida. Pocas personas saben lo fascinante que resulta "conocer a alguien". Yo traté de conocer al mundo que me rodeaba. Y sí, como usted dice nací ese día, en ese pueblo y a las cuatro años nos mudamos a Viena. En 1873 inicié mis estudios de medicina, y ya graduado por los años 87, 88, ubiqué un consultorio privado...
- Doctor Freud, ¿Qué tipo de conducta humana lo llevó a los estudios neurológicos con tanta pasión?
- Freud: Bueno, los trastornos mentales, particularmente la histeria y el tratamiento de la hipnosis para aplacarla. La histeria, sabe usted, es una manifestación de energía emocional no descargada, cuyas causas son eventos traúmaticos del pasado no recordado por el paciente. Sin embargo, mientras más evaluaba síntomas, más los asociaba al complejo mundo del entorno individual del paciente y de la influencia de la cultura y los valores imperantes en la sociedad. La experiencia infantil siempre será un determinante en la formación de la personalidad y en ello centraba mis estudios...
- Por cierto dió usted una definición de lo qué es un niño, muy polémica...
- Freud: Pues no gustó en aquella época y sigue sin gustar, pero repito lo que dije en ese momento. "Un niño es, en esencia, un sádico, homosexual, sin personalidad definida". Algo así comenté. Resulta que un niño no tiene aún la formación moral que aporta la sociedad, y sus instintos marcan pauta al principio. Y dije que todos nosotros pasamos por varias etapas que se inician desde la infancia...la etapa oral, amamantarse del pecho de la madre, por ejemplo; luego una etapa oral sádica, esos intentos por morder; la etapa anal, la genital, la fálica, etc. Y digo que la forma de canalizar esas etapas determina, en buena parte nuestro comportamiento futuro.
- Justamente todo el fundamento de sus más importantes teorías tienen a la sexualidad como motor de inicio, cuestión que lo ha hecho polémico....
- Freud: Imagínese, desde que el mundo es mundo el sexo ha sido polémico, ni en sociedades aparentemente liberales, el sexo tiene toda su amplitud. Inicié una conversación con un grupo de personas sobre sexo en cualquier país y observé las reacciones. Si yo digo que en el incosciente de un niño, subyace el deseo por la madre y una rivalidad por el padre que la posee, es porque la conducta observada así lo indica. el complejo de Edipo, no es un invento mío, es una manifestación de la sociedad. No es una perversión, es una realidad. Pero la mente tiene los mecanismos para desviar con actos cotidianos, situaciones que puedan llegar a ser consideradas de "alto peligro" dentro del núcleo familiar.
- La mujer también ha recibido dosis de sus polémicas teorías. ¿En qué basó usted el llamado complejo de castración?
- Freud: Cierta vez dije que en mis estudios había una interrogante que no había podido descifrar. Era: ¿qué quieren las mujeres? Para mí es un osado continente, osado y no descubierto. Las mujeres envidian el pene del hombre, ésto las diferencia y las hace inferiores, se sienten castradas. Pero esa envidia se combina con el deseo de tener un pene, que culmina en el acto sexual y la posible esencia de la vida de perpetuar la especie. Yo no he pretendido ubicar a la mujer en un plano inferior, pues no soy el generador de las represiones sexuales, mi tarea ha consistido en interpretar un problema y dar la herramientas al mundo para canalizar actitudes colectivas. Yo me casé con una mujer, y fui muy feliz...y tuve 6 hijos, entre ellos varias mujeres. De manera que creo en la mujer como complemento de la busqueda de la felicidad. hombre y mujeres por igual estamos inmersos en la constante lucha del ello, el yo, y el super yo. El primero, un sistema irracional, incosciente, dominado por el plcer y los instintos; el segundo, es lo racional, predomina el concepto de la realidad. Y el último, el super yo, es de término incosciente y en el cual lo moral aprendido ejerce presión.
- Y con tales presiones de la sociedad y su moral, podemos inferir que seguiremos soñando...
- Freud: Usted lo ha dicho...un sueño es la realizacion alucinada de un deseo reprimido. Mientras tengamos deseos reprimidos, tendremos sueños. Y eso será...siempre. La mente buscará la manera de "escapar" de la represión a través de los símbolos que aportan los sueños, símbolos que el consciente no debe reconocer.
- Cambiando un poco el tema ¿Consumió usted cocaína?
- Freud: Sí, por supuesto. La cocaína de aquella época es la misma de estos tiempos, pero notará usted que la sociedad era distinta. Yo, y algunos colegas, la usamos con fines científicos, se buscaba experimentar cambios que terminaran en la comprensión de ciertos problemas de la psique. Pregunte usted hoy a un consumidor de cocaína, cuál es el motivo de consumo.
- Durante muchos años convivió con el cáncer de mandíbula, debió ser muy dura esa experiencia...
- Freud: Tuve más de 16 operaciones, usé una dolorosa prótesis...pero viví 83 años. Quise, incluso ser consciente de mi final. Recuerdo que en 1939, a mediados de año, cuando el dolor se iba haciendo más fuerte y mi cuerpo ya no aguantaba más, le pedí a mi hija Ana, que acelerara mi final. Cierta vez mientras dormitaba en el jardín, en mi casa, en Londres, le dije que me inyectara morfina (risas). Ella se negó. Pero en septiembre 21, me inyectó tres centímetros de morfina, repitió la dosis en la tarde...y el 22 lo volvió a hacer. Caí en coma y poco a poco fui muriendo. El viejo Freud había muerto. Pero le confieso que tuve una vida plena. A pesar de la muerte de una de mis hijas, y de la muerte de algunos familiares en campos de concentración. Yo cumplí con mis metas. Traté ante todo de comprenderme y de entender al mundo...algo me llevé de todo ello. Y claro, espero haber dejado algo a la humanidad.
- Y en definitiva...¿Somos únicos en el Universo? ¿Somos seres inteligentes con enormes problemas por resolver en nuestras mentes?
- Freud: Somos inteligentes, cierto. Somos seres con grandes conflictos internos, tenemos que emprender a diario la tarea de viajar hacia nuestro mundo interno, tratar de ubicarnos una y otra vez en el pasado que podamos recordar y a partir de alli crear una vida futura más estable desde el punto de vista personal y ésto traerá como consecuenia una vida en sociedad con mayor estabilidad. Pero le diré algo relacionado con su pregunta. Yo sí creo que hay vida inteligente en otros mundos y la prueba de eso es que no han venido a visitarnos.
Entonces me despedí del anciano sabio de ideas precisas. Un hombre que adentró a la caverna de la mente humana, con un espíritu de aventura pocas veces visto en cualquier tipo de descubrimiento geográfico. Y ciertamente dejó un legado a la humanidad. Por lo menos yo, mientras me retiraba de aquel salón, comtemplé el famoso sofá típico del psicoanálisis, y pensé: todo aquello que me sea reprimido, lo viviré soñando. Es algo.
Comentarios y sugerencias a: luisalbertplus@hotmail.com Próxima entrevista RASPUTÍN, EL MONJE LOCO.
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