Un recorrido por la vida de quienes escribieron parte de la historia

domingo, 27 de septiembre de 2009

"Tal vez pude haber sido un pintor sin mérito alguno en el arte, pero no, fuí Adolfo Hitler"

En la historia de la humanidad han existido seres humanos, que tal vez en su momento, nunca imaginaron el impacto que generarían en los tiempos futuros, esa trascendencia provendría de sus ambiciones, de sus sueños, de la manera de ver el mundo en el que estaban, de sus creencias y, sin duda, de sus actos. Hombres santos, hombres de aventuras, de batallas, hombres desalmados, diabólicos, hombres de guerras, hombres de ciencia, seres dedicados al arte, a la transformación política y social...y hombres como Hitler. Y cuando se tiene la oportunidad única de estar frente a frente con una de las figuras legendarias que mayor impacto han causado en en el planeta, hay que estar preparados para escuchar de sus propias palabras de lo cotidiano y de lo insólito.
En verdad confieso que nunca me imaginé estar caminando por las calles de Berlín al lado del propio Adolf Hitler, pero es posible que me concediera la entrevista porque algo que no ha dicho de propia voz, tuviera que relatar. Eran aproximadamente las cuatro y treinta de la tarde cuando aquel hombre de cara rígida, casi sin ninguna expresión manifiesta, apareció frente a mis ojos. Vestido sobriamente, con sobretodo y sombrero, se acercaba pausadamente, sin prisa, como sabiendo que nada de lo que dijera en la entrevista iba a cambiar lo que la historia ha escrito para siempre. Hitler me había solicitado, previo encuentro, que nuestra convesación se hiciera caminando y sin detenernos en ningún momento, salvo cuando terminara la entrevista. Eso sí, no me explicó las razones, pero sospecho que sigue huyendo de algo que no lo ha dejado descansar en paz. Recuerdo muy bien que después de saludarlo me dijo: "Disculpe, no tengo mucho tiempo, por lo que le sugiero que caminemos y demos inicio a ésto", refiriéndose a la entrevista. Así que procedí.

- Adolfo Schickgruber, nace en Austria el 20 de abril de 1889, en Austria...
- Hitler: ¿Podemos ir al grano? ¿Qué quiere saber?
- ¿Por qué asumió el apellido Hitler?
- Hitler: Hummm, le diré en principio que el apellido Hitler me sonaba más cómodo y más prestigioso. No tenía en aquella época ninguna noción de lo que me depararía el futuro, pero sin lugar a dudas, mi apellido, aunque aborrecido por millones de personas, también le ha resultado más cómodo de pronunciar a la misma historia. El apellido ese, Schickgruber, era producto de mi abuela Anna, mi padre fue un hijo ilegítimo, si es eso lo que quiere saber, sencillamente me pareció deshonroso. Eso es todo. Y sí, nací en Austria, y muchas veces uno no se siente parte de su país de origen. Una sociedad en decandencia, una diversidad cultural, que no permitía identificar en qué lugar estaba, un ejérctito débil. Alemania me resultaba una nación más atractiva.
- ¿Por esa razón se refugió en Viena y evitó cumplir con el servicio militar en Austria?
- Hitler: Cobarde nunca he sido. Sencillamente no estaba cómodo con esa posibilidad. Me excusé alegando mi precaria situación económica, estaba en situación de pobreza...
- ¿Resentimiento por el rechazo de sus cuadros, por la falta de apoyo del movimiento académico y cultural de Austria?
- Hitler: Se ha dicho que no tenía talento para la pintura, pero algunas de mis obras fueron usadas como motivo para estampillas postales. Y de eso pude vivir algunos meses. Tal vez algunos supuestos críticos rechazaban mi trabajo en un tono inadecuado. Y eso no sólo le dolía a Hitler, sino a cualquier joven con ilusiones.
- ¿Eran judíos quienes custionaban sus pinturas?
- Hitler: Ya sé por donde viene usted. Pues le diré...sí, algunos eran judíos. No fue esa la razón por la cual los eventos posteriores tomaron forma. Para los historiadores y estudiosos de la psicología, he sido eso, un objeto de estudio. Ellos tienen sus teorías, yo tengo las mías. Entré al ejército Alemán y serví como soldado Alemán en la Primera Guerra Mundial. Mire, aquí tengo una herida en la pierna. Y estuve fuera de batalla "gaseado" por gas mostaza. ¿Para qué? ¿Para ver después a Alemania rendida y humillada? Ese dolor me hizo pensar en una Alemania grande y poderosa.
- ¿Pensó en la venganza?
- Hitler: Pensé en una Alemania poderosa señor. La vengaza la produjo la historia.
- Funda entonces el Partido Nacional Socialista...
- Hitler: No, primero el Partido Obrero Alemán, DAP, en una taberna de Munich. Hablé duro y claro allí, montado sobre una silla. Asumí mi papel. Más adelante rebautizaríamos ese partido, para pasar al Partido Nacional Socialista. Identifiqué con mucha claridad a los culpables de la miseria alemana: los judíos. amasando riquezas para sí mismos, y los comunistas, queriendo aprovecharse del momento.
- Y usted aprovecha esa situación...
- Hitler: O la situación se aprovecha de mí. Como lo quiera ver. Había que devolverle a Alemania su prestigio. Buena parte de los alemanes odiaba a los judíos y otra parte le temía a los comunistas. Yo fuí el canalizador de ese sentimiento. Pero para nada pensé cómo hacerlo, hasta que estuve preso y escribí "Meim kampf". ¿sabe usted alemán?
- Algo señor...
- Hitler: Meim Kampf, significa Mi Lucha.
- Variando un poco el tema, ¿Cree usted en verdad en la superioridad de la raza aria? ¿No son todos los hombres iguales?
- Hitler: A los ojos de Dios sí. Pero a los ojos del hombre no. Odín condujo a los arios desde el Cáucaso al norte de Europa. Eso dice la mitología. Los arios eran guerreros nómadas, de contextura física robusta, de cabellos claros. Que luchaban con daga y hachas de bronce. Dicen que la palabra ario se traduce en sánscrito como "noble", denotando que eran superiores en inteligencia, resistencia física y creatividad...
- Pero fueron llamados "Bárbaros" por los romanos...
- Hitler (mirándome de reojo): Puede usted abreviar un poco la entrevista. No viene hasta acá para someter a la historia a juicios de valor. La historia es esa. Los alemanes son descendientes de guerreros arios y punto. Y sólo será "raza superior". en la medida que encuentre a una raza inferior. Fuímos humillados en la primera Gran Guerra, dimos todo lo que había que dar en la Segunda Guera Mundial y asumo como error mi intento de invadir Rusia. De no ser por eso, la historia sería distinta. Cuando llegue el fin del mundo, por cualquier causa, tal vez sea una raza la que permanezca resistiendo. Hablaremos entonces.
- Bien, dos cosas más para terminar. Ese último día en el bunker, diez día después de su compleaños. Decide casarse con Eva Braum. Y...
- Hitler: Estaba en deuda con Eva, una mujer que me acompañó en las buenas y en las malas. Quise compensar su fidelidad con ese regalo y lamento que haya sido en esas circunstancias. Me había convertido en un trofeo, querían exhibir mi cabeza, o tal vez verme colgado de los pies a mí y a Eva, como hicieron con Mussolini. Nada de eso. Muchos han dicho que debí resistir y morir peleando. Pero sabía cuál iba a ser el final que deseaban. Decidí por mi mismo. Cuando ví a Eva respirar aceleradamente, después de tomar la cápsula de cianuro, tomé la mía pero no la había tragado aún cuando me solté un disparo en la sién. No tuve un último pensamiento. La desolación era drámatica. La guerra no permite recordar. Dejé instrucciones precisas para que no pudieran profanar nuestros cadáveres.
- Miles de personas muertas, millones de inocentes, ciudades arrasadas, pueblos devastados...y pocos fieles a usted, demostrado así en el juicio de Nuremberg. ¿Alguna relexión?
- Hitler: Verá usted. La cobardía se hizo presente en Nuremberg, pero no fue a mí a quien dieron la espalda, sino a Alemania. Ribbentropp me da pena, sólo intentó salvar su pellejo, diciendo que recibía órdenes mías. Hess buscó alegar locura. Kaltenbrunner dijo que había sido víctima de Himmler. en fin, sólo Goering y Speer aceptaron con dignidad la lucha que habíamos emprendido.
- ¿Qué le diría a un judío descendiente de aquella feroz atrocidad?
- Hitler: Pregúntele usted a él, qué me diría a mí...yo no puedo arrepentirme frente a la historia, hubo muchas cosas que ordené, hubo otras que que escaparon de mis manos. La guerra fue un caos inmanejable. Y ciertamente la vida de millones de personas fue borrada en segundos. Hablan de los campos de exterminio, pues al final Alemania fue toda un campo de exterminio. Y en otra parte del mundo Hiroshima y Nagasaky...también lo fueron. Tal vez pude haber sido un pintor más, sin mérito alguno en el arte...pero no, fuí Adolfo Hitler. Una referencia que quizá el mundo no hubiese querido conocer, pero existió, Adolfo Hitler existió.

Aquel hombre se despidió mirando el piso, como buscando respuestas que no pudo dar en el suelo que una vez fue el cause de ríos de sangre. Se colocó su sombrero, me estechó la mano con firmeza y se fue por una larga calle berlinesa, al doblar la esquina se perdió, pero curiosamente su sombra no desapareció. La sombra de Hitler aún está allí.



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